El primero que registró la ejecución fue José María Caballero, quien repite las palabras de Policarpa cuando un soldado le ofreció un vaso de vino: «Pueblo de Santafé ¿cómo permites que muera una paisana vuestra e inocente? Muero por defender los derechos de mi patria. Dios Eterno, ved esta justicia. José Hilario López, quien la acompañó en su último día, resalta en sus Memorias el convencimiento de sus ideales y su coraje. La describe como una mujer valiente y entusiasta por la libertad, que se sacrificaba para adquirir con qué obsequiar a los desgraciados patriotas, y no pensaba ni hablaba de otra cosa que de venganza y restablecimiento de la patria. Igualmente relata cómo la Pola rehusó cualquier alternativa que la pudiera salvar, cuando le enviaron sacerdotes para que se confesara.
La hora fijada para el fusilamiento fue las nueve de la mañana del 14 de noviembre de 1817. La Pola marchó con dos sacerdotes a su lado y se detuvo para expresar sus pensamientos. En vez de repetir lo que decían los religiosos, no hacía sino maldecir a los españoles y encarecer su venganza. Al salir a la plaza y ver al pueblo reunido para presenciar su fusilamiento, gritó la valentía de morir por la libertad de la patria. Al subir al banquillo, se le ordenó ponerse de espaldas, porque debía morir así por traidora; Policarpa solicitó morir de rodillas, considerando que esta era una posición más digna de una mujer. Su cuerpo no fue expuesto en las calles, como el de sus compañeros también fusilados con ella, por ser cuerpo femenino. Sus hermanos sacerdotes lo reclamaron y sepultaron en la iglesia del convento de San Agustín.
DÍA QUE CAPTURARON A POLICARPA SALVARRIETA 10 DE NOVIEMBRE DE 1817
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